Este miércoles se produce mi vuelta a España para pasar las vacaciones de Semana Santa con la familia y amigos. Con una escala en Berlín hoy, mañana a primera hora cojo un vuelo hacia Málaga, de donde me desplazaré a Sevilla y posteriormente a Huelva, a las costas onubenses.
Estos últimos días en Poznan el termómetro ha aumentado su temperatura sensiblemente; hemos rozado los 25ºC. Buen clima, que siempre es bien recibido, aunque por la mañana cueste digerirlo. Esto se debe a que en Polonia -y tengo entendido que en todo el este de Europa-, las casas y sus respectivas habitaciones carecen de persianas, por lo que el sol entra desde bien temprano y despierta a casi todo el mundo. Al tener pocas clases es relativamente fácil conciliar el sueño de nuevo, pero no sienta nada bien que después de salir la noche anterior, a las 8.30 a.m. o 9 a.m. el sol te desvele.
La gente en mi residencia ha optado por diversos trucos como son el ‘antifaz’, colocar sábanas en las ventanas o recortes de periódicos. Además, no a todos nos afecta por igual. Hay estudiantes más afortunados porque no en todas las habitaciones entra la luz con la misma intensidad.
La gente en mi residencia ha optado por diversos trucos como son el ‘antifaz’, colocar sábanas en las ventanas o recortes de periódicos. Además, no a todos nos afecta por igual. Hay estudiantes más afortunados porque no en todas las habitaciones entra la luz con la misma intensidad.
Cuando la temperatura acompaña siempre se agradece y el pasado sábado disputamos un torneo de fútbol entre residencias. El resultado no fue el mejor posible, aunque habrá una revancha el próximo fin de semana -la cual me perderé-, pero el motivo está más que justificado: unos días en la playita tomando el sol, comiendo buen marisco, paseando por la playa al atardecer y con buena compañía, son la mejor excusa para regresar al hogar.
Poco más que contar desde mi último post. Salidas por la noche, diversas fiestas y poco que hacer a lo largo del día. Planear nuevos viajes es un tema muy recurrente.